jueves, 1 de octubre de 2009

Conservación de la Cantidad

Piaget descubrió que los niños a partir de los 6 años, generalmente, es cuando poseen una conservación de la cantidad por medio de procesos mentales más refinados (etapa pre-operacional del desarrollo infantil) que los de antes de los 6 años (etapa sensorial del desarrollo infantil).

Esto llevado a la práctica se traduce en lo siguiente:
- Coge a un niño de menos de 6 años y enséñale dos vasos iguales llenos de zumo al mismo nivel.
- Pregúntale que vaso tiene más zumo. El te mirara como si fueras tonto, pero te responderá que tienen la misma cantidad de zumo.
- Luego vierte el contenido de los vasos delante del niño en otro vaso más largo, de manera que la altura del zumo del nuevo vaso sea mayor que la del viejo.
- Pregúntale que vaso tiene más zumo. Te dirá que es el nuevo vaso el que tiene más zumo.

Otro ejemplo sin utilizar fluidos:
- Coloca dos hileras de 8 fichas distanciadas por igual unas de otras pero utilizando fichas de un color para la primera hilera y de otro para la segunda.
- Pregúntale que hilera tiene más fichas. El te mirara como si fueras tonto, pero te responderá que tienen la misma cantidad de fichas (esto me suena).
- Ahora prueba a distanciar más unas fichas de otras en una de las hileras o a acortar su distancia delante de sus ojos y pregúntale de nuevo.
- Te dirá que la hilera con más fichas es la que las tiene más distantes.

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Para saber más podéis consultar:
- Psicologicamentehablando: Las etapas de Piaget
- Psicologicamentehablando: Teoría de la Conservación
- Youtube: Evaluación de Conservación. Piaget.

miércoles, 30 de septiembre de 2009

Insecto y termometro: el grillo.

Esto, os parecerá desconcertante, pero los chirridos del grillo varían según la temperatura ambiente, de tal forma que hay una formulo matemática para saber esta a partir de estos chirridos.
Temperatura del aire ºC = (Número de cantos por minuto/5) - 9

Sí alguno la pone en práctica ya nos contara, porque yo desde mi quinto piso no oigo ni grillos ni grillas.

martes, 29 de septiembre de 2009

La empatía animal I

El 16 de agosto de 1996 en el zoo Brookfield de Chicago ocurrió un estremecedor accidente e impactante suceso que fue incluso añadido a esos discursos tan épicos que les gusta dar a los políticos.

Concretamente un niño de tres años cayó desde una altura de más de cinco metros al interior de un reciento de primates del susodicho zoo. Entonces, y para asombro de todos, una gorila llamada Binti Jua al vez el accidente fue a socorrer al muchacho: lo tomo en sus brazos, fue a sentarse en un tronco sobre una corriente de agua, acuno en sus brazos al niño y le dio unos golpecitos suaves para ver si reaccionaba, y una vez comprobó que estaba a salvo se lo entrego a los cuidadores del zoo.

Es curioso, decía Frans de Waal, como cuando un animal hace algo “noble” se le trata de muy humano y cuando un hombre hace algo “malo” de animal, cuando debería ser al revés. Los simios y gran cantidad de animales sienten una empatía natural no solo hacía su propia especie, sino también para con otros seres vivos.

Ojala hundamos a Michael Ghiselin y su “Rasga la piel de un altruista y veras sangrar a un hipócrita”.

Kellog's ALL-BRAN Chocolate

Hasta hoy, mis preciados lectores, ya tenía pensado cómo hacer una crítica a los Kellog’s ALL-BRAN Chocolate que me compre la semana pasada… hasta hoy… día que ha sucedido algo muy desconcertante. Empezar por el final sería más fácil, pero es necesario que conozcáis que paso en mis desayunos y cenas hasta hoy:

Ya os conté que yo ante no era de tomar cereales, hasta que llego la envidia [Special K Chocolate de Kellog's]. Desde ese trágico día mi leche desnatada Puleva (si, recibo comisión por decirlo, ¿Qué os pensabais, picarones?) se vierte en tazón en vez de en vaso. Ya sabéis mi incorrecto modus operandi: coger tazón, verter leche, calentar en microondas y echar cereales.
Recuerdo que cuando compre la caja de ALL- BRAN en el Opencort lo hice en primer lugar por no repetir Special K, y en segundo porque no había mucho donde elegir. Al llegar a casa con las bolsas de la compra ya era la hora de cenar, así que mientras se calentaba la leche yo fui inspeccionando la caja de los cereales. Nada que decir al respecto. A los tres minutos y ayudado de dos manoplas saco el tazón hirviente, abro la caja, saco la bolsa, abro la bolsa, mete la mano, saco un puñado, dejo caer el puñado, meto la mano y… ¿¡Qué coño!? ¡Se habían hundido al instante esas malditas almohadillas chocolateadas!
Esto en un principio me pareció una rotunda mierda, hasta que vi su utilidad: con cucharadas más llenas de leche que de cereal se acaban ambos productos casi a la vez, y eso me agrada.
También he de decir que al principio el sabor no me gustaba mucho, pero con leche calentita se vuelve agradable.

Todo esto era lo que tenía pensado contar hasta que hoy mismo me quede sin leche y no quería salir a comprar. Furtivamente eche mano de la de mi compañero de piso provisional, que es una leche también de Puleva con soja y sin colesterol (cuanto más nombre la marca más libros puedo comprarme). Una vez repetí el procedimiento de siempre y me dispuse a echar los últimos cereales de la bolsa mis ojos se pusieron como platos al ver que estos… ¡No se hundían! ¿Qué pasa aquí con la soja? ¿Eh? ¿Eh?

Estoy seguro de que algún físico o avispado me diría algo de la densidad del fluido y el objeto sumergido… la cuestión es que a mí me sorprendió, leches, nunca mejor dicho, y punto.

VALORACIÓN: 7’5

lunes, 28 de septiembre de 2009

El Miedo I

Que malo puede ser el miedo…
En 1903 un tipo alarmado grito “¡Fuego!• cuando comenzó el incendio del teatro Iroquois de Chicago. Eddie Foy, cómico que se encontraba en el escenario, intento tranquilizar al público diciéndoles que no se pusieran nerviosos. El pánico se adueño de todos. En los 10 minutos que tardaron en llegar los bomberos y apagar de inmediato las llamas murieron más de 500 personas, la mayoría pisoteada o asfixiada por la masa de gente que intentaba salir del lugar. Muchos de los rostros tenían marcas de tacones (Brown, 1965)

Ciertamente, el miedo puede hacer que las personas se vuelvan seres mecánicos que solo se centran en sobrevivir a toda costa. No obstante, el miedo no tiene porque ser malo… muchas veces el miedo actúa como adaptativo o preventor: tener miedo al dolor hace que evitemos el dolor, o, tener miedo al castigo evita que dañemos o perjudiquemos a los demás.

Esperanzas en la crisis II

Continuo el apartado de mis esperanzas en la crisis, que podéis comenzar a leer pulsando aquí, con un cuento que esperanzara a los mas desesperanzados, valga la redundancia. Es un cuento, como no, de ese librito recopilatorio de parábolas, cuentos, historias breves, etc. Llamado “La culpa es de la vaca” que consigue transmitirnos un mensaje muy esperanzador. Toca leer:

Un sabio maestro paseaba por el bosque con su fiel discípulo, cuando vio a lo lejos un sitio de apariencia pobre, y decidió hacer una breve visita. Durante la caminata le comentó al aprendiz sobre la importancia de conocer lugares y personas, y sobre las oportunidades de aprendizaje que nos brindan estas experiencias.

La casa era de madera y sus habitantes, una pareja y sus tres hijos, vestían ropas sucias y rasgadas, y estaban descalzos. El maestro se aproximó al señor, aparentemente el padre de familia, y le dijo:
— En este lugar no existen posibilidades de trabajo ni puntos de comercio, ¿cómo hacen usted y su familia para sobrevivir?

El hombre respondió calmadamente:
— Amigo mío, nosotros tenemos una vaquita que nos da varios litros de leche todos los días. Parte de la leche la vendemos o la cambiamos por otros alimentos en la ciudad vecina, y con la restante elaboramos queso, cuajada y otros productos para nuestro consumo. Así es como vamos sobreviviendo.

El sabio agradeció la información y contempló el lugar por un momento, antes de despedirse y partir. A mitad de camino le ordenó a su fiel discípulo:
— ¡Busca la vaquita, llévala al precipicio y empújala!

El joven lo miró espantado y le replicó que ese animal era el medio de subsistencia de la familia. Como percibió el silencio absoluto del maestro, cumplió la orden: empujó a la vaquita al barranco, y la vio morir. Aquella escena quedó grabada en su memoria.

Un día, el discípulo resolvió abandonar todo lo que había aprendido y regresar a aquel lugar para contarle la verdad a la familia y pedirle perdón. Así lo hizo, y a medida que se aproximaba veía todo muy bonito, diferente de como lo recordaba. Se sintió triste, imaginando que aquella humilde familia había debido vender su terreno para sobrevivir. Aceleró el paso y, al llegar, fue recibido por un señor muy simpático, al cual preguntó por las personas que vivían en ese lugar cuatro años atrás. El hombre le respondió que allí seguían. Sobrecogido, el joven entró corriendo a la casa y confirmó que era la misma familia que había visitado algunos años antes con el maestro.

Elogió el lugar y le preguntó al señor, el dueño de la vaquita:
— ¿Cómo hizo para mejorar este lugar y cambiar de vida?

Emocionado, el hombre le respondió:
—Nosotros teníamos una vaquita que cayó por el precipicio y murió. De ahí en adelante nos vimos en la necesidad de hacer otras cosas y desarrollar otras habilidades que no sabíamos que teníamos; así alcanzamos el éxito que sus ojos ven ahora.

Esta es la realidad de lo que se ha llamado zona
de confort. Estamos tan conformes con el estado
de cosas que nos rodea que no desarrollamos otras
posibilidades. Sólo necesitamos un evento sorpresivo
para darnos cuenta de que la seguridad puede
ser nuestra peor consejera y de que nos impide
ver el horizonte.

"Empuja la vaquita", de "La culpa es de la vaca" de Jaime Lopera y Marta Inés.

Esperanzas en la crisis I

Hoy en día dentro del territorio español es común ver a gente poniendo la excusa de que hay crisis para no gastar o dar dinero, que no tienen empleo porque hay crisis, que la crisis esto y aquello la muy hija de puta, etc. No obstante… a lo mejor la crisis no es tan mala… puede ser una oportunidad de cambio.

España era una sociedad con buena posición económica hace unos cuantos años, pero no estable: la construcción y el turismo. Con la crisis de la construcción ha bajado el turismo, por lo que nos han matado a los dos pájaros de un tiro. Los precios bajan, los salarios bajan, la gente compra menos, las fabricas producen menos y necesitan a menos gente… es todo un circulo vicioso.
Las rebajas llegan antes, cierran empresas, liquidaciones, chollos y gangas a la orden del día. Si tan solo cuando teníamos algo de fama y pasta hubiéramos invertido en cosas estables como el I+D que potenciaría la industria española… ains, Señor… No quiero detenerme más en esta perorata, porque es nuestro día a día. Eso si, os dejo tras esta breve introducción con tres alentadoras citas celebres:

En esta vida hay que morir varias veces para después renacer. Y las crisis, aunque atemorizan, nos sirven para cancelar una época e inaugurar otra.
Eugenio Trias

En las grandes crisis, el corazón se rompe o se curte.
Honoré de Balzac

En tiempos de crisis la imaginación es más efectiva que el intelecto.
Albert Einstein