Es curioso como algunas cosas sin mucha relevancia para nosotros hoy en día iniciaron en su época cadenas de sucesos que acabaron en trágicas consecuencia o repercuten a nuestros tiempos, como por ejemplo el ancho de una nave espacial o sus cohetes, que se ve condicionado por el ancho de los túneles del ferrocarril, que se ve condicionado por el ancho de los trenes, que se ve condicionado por el ancho de los carros, que se ve condicionado por las marcas romanas de las ruedas de los carros en las calzadas, que se ve condicionado por la distancia entre no-se-que-partes del caballo.
El ejemplo que viene a continuación es aun, si cabe, más espeluznante que el anterior:
Érase una vez San Agustín de Hipona reflexionando sobre la felicidad con los monjes y se topo con una paradoja: “¿Si Dios existe y todo es obra suya, una obra perfecta, por qué también existe el mal? ¿Acaso Dios es malo?” Ya diría Albert Einstein que el mal es la ausencia de Dios, al igual que la oscuridad la de luz y el frió de calor; pero por la época el filosofo pensó, apoyado en una parte del Antiguo Testamento donde Él dice “Yo soy el que soy” a Moisés, que todo era contingencia de Dios, pero que no todo era Dios, pues Dios es él que es. Por tanto todo lo que hay y sucede en el mundo es obra de Dios, aunque no sea Dios en si mismo.
Entonces llego muy chulo Santo Tomas de Aquino, que en su época ocupaba todas las revistas sensacionalistas católicas, y dijo que eso no era así, pues el Diablo, Lucifer, Satanás, Belcebú, Mercedes Milá, y como os guste llamarle, también tomaba parte de lo que sucedía en el mundo. Esto ocurrió en el siglo XVII y el pensamiento de Santo Tomas se impuso sobre el resto en toda la doctrina católica.
Antes de esto pero al hilo, en el siglo XV dos aburridos dominicos alemanes llamado Heinrich Kramer y James Sprenger escribieron un librillo sin importancia llamado “Malleus Maleficarum” (“El Martillo de las Brujas”). El libraco en cuestión decía o especulaba de una secta mundial de brujas, como identificarlas y castigarlas. Casualmente, en esos tiempos era el pensamiento de San Agustín el regente.
No obstante con el cambio ideológico y gracias a en el siglo XV haberse encargado Gutenberg y su maquina de fotocopias de difundir un tanto el tocho de las brujas este comenzó a popularizarse a nivel masivo, y no principalmente en la Iglesia, sino en el pueblo. Como resultado las curanderas o mujeres con trastornos de conducta ya no eran obra de Dios, sino de Satán, y por eso debían ser exterminadas.
Las mujeres que guardaban el conocimiento medico (de las plantas, sobretodo), adquirido por medio de la acumulación de experiencia desde la prehistoria de la especialización de la mujer en determinados conocimientos como el parto, debían ocultarlo para poder sobrevivir mientras se formaba la clásica imagen que tenemos de la bruja: mujer fea y malvada que hace pócimas y tratos con el diablo, va a lomos de un cabrón o en una escoba, y se reúne en aquelarres para darle el beso oscuro u ósculo infame a Belcebú para que luego este se las trajine.
Entre los años 1450 y 1750, más de 110.000 mujeres fueron procesadas y 60.000 ejecutadas solo en Europa.
-------------------------------
Para saber más:
- Por qué somos como somos, Eduard Punset.
Yong Pal Season 1 Episode 16 : Episode 16
Hace 9 años
No hay comentarios:
Publicar un comentario